Este instrumento, con diferentes nombres, se toca en muchos países del mundo y en casi toda la Península Ibérica. En cualquier caso su llegada a nuestro país parece producirse durante la Edad Media tanto si viene desde el centro del continente europeo –con los músicos que se incorporaban a las capillas cortesanas– como si llega de África, donde todavía hoy día se sigue utilizando con el nombre de Algaita.

En muchas regiones peninsulares (Rioja, Aragón, parte de Castilla y León) continúa llamándose gaita. La palabra charambita que se utiliza en Castilla es obviamente una degeneración de chirimía, instrumento más largo pero también de doble lengüeta. Donçaina y dulzaina se llama en Valencia y parte de Castilla y León, denominándose gralla en Cataluña y chambela en el País Vasco.

La literatura y el arte son pródigos en ejemplos donde aparecen pastores interpretando música con dulzaina, bien para su solaz bien para acompañar un baile. En el caso del fragmento del Libro de horas (siglo XVI) que se ofrece, aparecen dos pastores tocando dulzaina y gaita. Aunque la dulzaina quedó reducida principalmente al ámbito rural, son numerosas las referencias iconográficas que muestran al instrumento en otros ambientes y utilizado para otros fines: en la ilustración adjunta del siglo XIV, aparece un músico cortesano subido en una torre y haciendo un toque o señal para que comience un torneo entre caballeros. En muchas Crónicas, pero en especial la del Condestable Miguel Lucas de Iranzo, se habla de dulzainas que acompañan a un cortejo señorial o que preceden a una comitiva.

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